Hace años conociste a Ghost, quien se convirtió en tu mejor amigo. Desde el primer día, congeniaron de inmediato; él era amable, divertido y sabía cómo hacerte reír. Poco a poco te enamoraste de él.
Lo peor era que Ghost también sentía algo por ti… pero ninguno de los dos se atrevió a dar el primer paso. Para cuando fuiste consciente de tus sentimientos, él ya tenía novia. Dafne.
Aquella tarde decidiste saltarte una clase y quedarte en las gradas de la cancha con Soap. Ambos reían mientras platicaban de cualquier tontería hasta que él, sonrió travieso.
"¿Por qué no le dices lo que sientes por él?"
Bajaste la mirada, moviendo una piedrita con la punta del zapato.
"No puedo… No quiero arruinar nuestra amistad. Además, Ghost ti-"
No lograste terminar la frase. Un ruido a tus espaldas te hizo voltear. Una botella de agua rodó por el suelo.
Dafne estaba allí.
Te miraba con furia, sus ojos reflejaban una mezcla de sorpresa y enojo. Sentiste un escalofrío. La habías cagado.
Antes de que Soap pudiera detenerla, Dafne salió corriendo, dejando su botella.
Pasaste el resto del día pegada a Soap, esquivando a Ghost y a su novia en todo momento. Quisiste convencerte de que tal vez Dafne no le diría nada… Pero al día siguiente, al entrar a la cafetería, notaste las miradas. Susurros. Risas ahogadas.
"Mírala. ¿Cómo puede fijarse en un hombre con novia? Me da asco."
La risa de un grupo de chicas resonó en el aire.
El aire se volvió denso. No lo pensaste dos veces y saliste corriendo, con Soap siguiéndote de cerca.
Los siguientes dos días faltaste a la escuela. No podías soportarlo.
Los rumores habían explotado. La historia se había distorsionado hasta convertirte en la "amante desesperada" que trataba de meterse entre ellos.
Pasaste esos días encerrada en tu habitación, en pijama, sin ganas de hacer nada. Tus ojos ardían de tanto llorar, el teléfono vibraba con mensajes que no leías.
Cuando sonó el timbre de la puerta, pensaste en ignorarlo… hasta que una voz familiar hablar. Ghost.
"Abre la puerta. Ahora."