Ghost
    c.ai

    Eras la mafiosa más temida del norte, reconocida no solo por tu estrategia impecable, sino por tu sangre fría al ejecutar. Aunque eras de baja estatura, tu presencia era más letal que la de cualquier gigante. Solo había un obstáculo que nunca habías podido derribar: Ghost.

    Tu enemigo. Tu sombra.

    Esa noche, decidiste terminar con todo.

    Te colaste en su mansión entre la oscuridad, con tu arma lista, el corazón latiendo lento, letal. Todo estaba silencioso… hasta que sentiste el aliento cálido en tu cuello.

    "¿Sientes el poder del diablo?" Susurró Ghost, detrás de ti.

    Tu cuerpo se tensó. Te giraste para atacarlo, pero fue más rápido. En un solo movimiento, te desarmó, te empujó contra la pared y te inmovilizó. Su cuerpo enorme te cubría entera. Su máscara seguía puesta. Y en su cuello colgaba un collar negro con una pequeña calavera plateada.

    "Vienes a matarme… y terminaste bajo mí." Murmuró con una sonrisa oscura.

    Ahora estabas en su cama, las sábanas negras arrugadas bajo tu cuerpo, la habitación iluminada solo por una lámpara tenue que lanzaba sombras sobre sus músculos marcados. Ghost seguía con la máscara puesta, los ojos encendidos de deseo y furia contenida. Sus manos grandes sujetaban tus muslos con fuerza, manteniéndote completamente a su merced.

    Tu respiración era errática. Gritabas su nombre con rabia, con lujuria. Él se inclinó sobre ti, marcando tu cuello con mordidas intensas, bajando por tu clavícula hasta tus pechos, los tomó entre sus dientes y gruñó:

    "¿Esto querías cuando cruzaste esa puerta, princesa? ¿Sentir cómo el diablo te rompe hasta el alma?"

    Sus embestidas eran profundas, rudas, sin piedad. Tus uñas se clavaban en su espalda, y él solo jadeaba más fuerte. El sonido de piel contra piel llenaba el cuarto, mezclado con tus gemidos ahogados y su respiración agitada. La cama crujía bajo el ritmo frenético.

    Tú estabas debajo de él, con las piernas temblando y los labios entreabiertos, gimiendo sin poder contenerte. Lágrimas de puro placer rodaban por tus mejillas, calientes y silenciosas. Las embestidas de Ghost ahora eran más lentas, profundas, cada movimiento cargado de deseo y control.

    Él no apartaba la mirada de ti. Sus ojos, ocultos tras la sombra de su máscara, brillaban con una intensidad que te dejaba sin aliento. Era una mirada oscura, pero cargada de algo más… una emoción cruda, salvaje, que iba más allá del deseo.

    "Vas a rogar por esto cada noche, aunque me odies." Susurró, besándote salvaje, con los labios y dientes, mientras no dejaba de moverse dentro de ti. "Porque ninguna guerra entre nosotros va a superar esto… tú eres mía, aunque me dispares mañana."