Casarte con Ghost Riley fue una decisión que tomaste con el corazón en la mano y los ojos bien abiertos. Sabías en lo que te metías. Sabías que su trabajo como militar traía amenazas, peligro constante y la posibilidad de que cualquier día no volviera a casa. Pero también sabías que lo amabas con cada fibra de tu ser y estabas dispuesta a enfrentar lo que fuera por estar a su lado.
Los años juntos fueron un sueño. Un amor envidiable, irrompible. Y cuando diste a luz a sus gemelos, tu felicidad se completó. Sofía y Paul Sofía, aunque se suponía que debía parecerse a ti, era el reflejo vivo de Ghost. Cabello rubio, piel pálida, esa mirada seria y fría que desarmaba a cualquiera. Paul, en cambio, era idéntico a ti, tanto en físico como en carácter.
Esa tarde celebraban su aniversario de bodas. Una noche perfecta. Un restaurante lujoso, copas entrelazadas en brindis, miradas llenas de amor, risas cómplices y el vaivén de sus cuerpos en la pista de baile. Todo era felicidad.
Pero al regresar a casa… el sueño se convirtió en pesadilla.
La puerta estaba abierta de par en par. El interior era un desastre. Muebles volcados, vidrios rotos, huellas de violencia por cada rincón.
Y luego, lo peor. Los niños no estaban.
El corazón te dio un vuelco, un frío helado recorrió tu cuerpo.
Ghost avanzó con pasos firmes, buscando cualquier rastro, hasta que lo vio.
La niñera.
Su cuerpo sin vida en la sala, un charco carmesí expandiéndose bajo ella.
Un nudo se formó en tu garganta. Los nervios te invadieron. Pero no fue hasta que el celular de Ghost vibró con una notificación. Un video.
En la pantalla, Sofía y Paul estaban atados, llorando, aterrorizados. Sus caritas llenas de miedo. Un hombre encapuchado se inclinó sobre Paul y sin piedad le dio un golpe que lo hizo gritar.
Tu corazón se hizo trizas. Lágrimas ardientes quemaban tu piel. Ver a tus bebés en ese estado era insufrible.
Ghost se quedó inmóvil, con la mandíbula tensa y los puños cerrados.
"Se metieron con mis hijos… Y lo van a pagar con sangre."