Asististe a una fiesta exclusiva donde famosos de todo el mundo asistían, pero con un giro: todos llevaban máscaras. La emoción de lo desconocido te envolvía, así que te arreglaste con tu mejor vestido: rojo pasión, escotado, con joyería brillante y, por supuesto, una máscara gris perlada adornada con piedras blancas y grises.

La fiesta era en una mansión enorme. No conocías al dueño, solo su apodo: Ghost, un multimillonario celebrando otro logro. En la mitad de la noche, mientras servías ponche, tu mano chocó con la de un hombre alto, vestido con un elegante traje blanco y un reloj ostentosamente caro. Su cabello rubio resaltaba bajo la luz tenue, y su máscara negra con diamantes rojos y toques dorados era simplemente cautivadora.

Te disculpaste, pero él, en lugar de mostrarse indiferente, sonrió. Se presentó como Simón Riley. La conversación fluyó con facilidad, sus coqueteos eran constantes, susurros tentadores en tu oído y su mano descendiendo lentamente por tu cintura. Hasta que él dio el primer paso: un beso. Suave, cálido y apasionado.

Sin saber cómo, ahora estaban en una lujosa habitación de la mansión. Él, agitado tú, avergonzada pero entregada a la experiencia. La ropa se había desvanecido poco a poco, dejando solo tu ropa interior. Su sonrisa se ensanchó al notar tu calzón rosa con corazones, pero no dijo nada, solo se enderezó. Su figura era imponente, hombros anchos y músculos marcados. Cuando se deshizo de la camisa, quedaste embobada. Pero lo que más te sorprendió fue el bulto bajo su pantalón.

Antes de poder ver más, él se acercó al cajón de noche y sacó lubricante junto a una caja de condones. Tu rostro ardió de vergüenza mientras te tapabas la cara. Él rió con diversión y, con sus frías manos, apartó las tuyas suavemente. Se inclinó y, con un susurro, dijo:

"¿Vergüenza ahora?"

Sus dedos recorrieron tu cintura, trazando líneas sobre tu piel, antes de apretar suavemente.

"Quiero ver cada parte de ti… sentirte temblar bajo mis manos. Déjame hacer que olvides hasta tu propio nombre."