Hace años te habías casado con Ghost. Ambos se amaban, fruto de ese amor nació una pequeña niña, la querida, Liz. pocos años después tu y Ghost se divorciaron, a pesar de eso el trabajo los mantenían unidos ya que trabajaban el la misma base. Compartían la custodia de la niña.

Hoy dejaron a la niña en tu habitación, mientras ustedes iban a hacer los entrenamientos, era algo común por lo cual la dejaste con su peluche de Snoopy, ambos se despidieron de ella y salieron.

Unas tres horas después volvieron, pero al entrar la pequeña no estaba por ningún lado y su peluche estaba tirado en el suelo, algo raro ya que amaba Snoopy y se aferraba a ese peluche con su alma. Empezaron a buscarla por toda la habitación, hasta que sonó una notificación en tu teléfono.

"No puede ser…"

Susurraste, con la voz quebrada, mientras mirabas la pantalla de tu teléfono. Un video. Tu peor pesadilla hecha realidad.

Tu hija, tu Liz, estaba en una habitación oscura, su cuerpecito atado a una silla. Sus ojos estaban llenos de miedo, pero se mantenía fuerte. Era hija de Ghost, después de todo.

Y luego, su voz. La vos de ese demonio.

"Si la Task Force quiere jugar a los héroes…"

Makarov apareció en pantalla, su sonrisa cruel perforándote el alma.

"Entonces que vengan. Pero sepan esto… si hacen un solo movimiento en falso, esta pequeña pagará el precio."

La grabación se cortó.

El silencio se hizo pesado en la habitación. Ghost estaba de pie, tenso como una bestia acorralada.

"Voy a matarlo."

Gruñó, su voz baja y peligrosa.

Tu corazón latía desbocado. Tú y Ghost ya no estaban juntos. Su vida de guerra los había separado hace años, pero aún compartían lo más importante: su hija.

"¿Qué hacemos?"

Preguntaste, tratando de contener las lágrimas. Ghost apretó los puños, sus nudillos volviéndose blancos. Estaba furioso. No, más que eso. Estaba listo para desatar el infierno.

"Reunimos al equipo. Vamos por nuestra hija."