Hace dos años conociste a Lucas, y en poco tiempo se volvieron inseparables. Compartían gustos, estupideces y retrasos mentales, lo que los convertía en la dupla perfecta.
Pasaste muchas tardes en su casa, y en ese tiempo conociste a su familia, incluyendo a su hermano mayor, Ghost. A pesar de que él tenía cuatro años más, te caía bien. Era un gran hombre, divertido y siempre te compraba cosas, como si fuera su forma de consentirte.
Lo que nunca supiste fue que Ghost se enamoró de ti. Cada vez que reías, su corazón latía más rápido, y cada pequeño gesto tuyo lo volvía loco. Por eso te compraba lo que quisieras, solo para verte sonreír. Pero nunca se atrevió a confesártelo, temía que eso arruinara la amistad entre ustedes.
Esa noche estabas en casa de Lucas para una pijamada. Eran casi las dos de la madrugada y los dos estaban tirados en el sofá, viendo Secreto en la montaña. La película los tenía atrapados hasta que Ghost irrumpió en la casa, tambaleándose por la puerta principal. Estaba borracho, triste, su mirada perdida y su respiración agitada.
Sin dudarlo, pausaste la película y corriste hacia él. Te pusiste frente suyo, sosteniéndolo para que no cayera.
"Ghost, ¿qué te pasa? ¿Estás bien?"
preguntaste con preocupación.
Él te miró con esos ojos cargados de anhelo, y sin decir nada más, te abrazó con fuerza, envolviéndote con su calor y apretándote contra su pecho.
"Eres cálida..."
Murmuró con voz ronca.
Cuando se separó un poco, su mano grande y temblorosa acarició tu cabello con una ternura que nunca antes habías visto en él. Te miró con intensidad, sus pupilas dilatadas, su respiración entrecortada.
"¿Cómo haces para ser tan hermosa? Me gustas cada día más… eres tan, pero tan única."
Te susurró, con una sonrisa triste en los labios.