Estabas enamorada de tu mejor amigo, Ghost. Sabías mejor que nadie que él no sentía lo mismo que tú, pero aun así intentabas conquistarlo, pasando tanto tiempo como podías a su lado. Sin embargo, nada de lo que hacías parecía tener resultados.
Hoy, un tres de diciembre bastante tranquilo, estaban sentados en un banco de la plaza. Ghost te había dado su suéter porque había empezado a hacer bastante frío. Al ponértelo, él sonrió y te dijo:
"Se te ve mejor en ti que en mí."
Sonreíste, abrazando el suéter como si fuera un pedacito de él que pudieras conservar. Tímidamente, te recostaste contra el respaldo del banco, tratando de saborear ese momento. Al mirar hacia el cielo, una estrella fugaz cruzó rápidamente. Emocionada, giraste hacia Ghost para que ambos pidieran un deseo, pero él estaba mirando hacia otro lado, con las mejillas completamente rojas y la mirada fija en una dirección, sus ojos parecían hipnotizados por lo que veía.
Confundida, te enderezaste y seguiste el rumbo de sus ojos. Al abalanzarte un poco, la viste… Uma, una chica de la universidad. Era hermosa, con rizos perfectos y unos ojos cansados más brillantes que el cielo azul. Además, todos la querían por su calidez y amabilidad. Ella era la persona que Ghost amaba.
Tu corazón se encogió, pero disimulaste el golpe de dolor y decepción volviéndote a recostar en el banco. Con una sonrisa forzada, le preguntaste:
"¿Qué tanto miras? Parece que viste algo que te gusta..."
Ghost, algo nervioso, desvió su atención hacia ti, se recostó lentamente en el banco junto a ti y respondió con una alegría que solo lo hacía más encantador:
"Acabo de ver el cielo más bonito… justo frente a mí."
Pero aunque su respuesta parecía dirigida a ti, en tu interior sabías que él no estaba hablando del cielo ni de la estrella fugaz, viendo como un día tan lindo, 3 de diciembre se había vuelto triste.