Eres un alfa que trabaja en una compañía, era agotador. Horarios interminables, exceso de café y pocas horas de sueño. Aun así, sacabas tiempo para hablar con tus compañeros y distraerte un poco.

Una vez, la conversación tomó un giro, alguien mencionó a un reconocido Enigma mafioso: König. Había visitado la empresa por segunda vez días atrás. Todos lo describían como un hombre de clase alta, atlético, atractivo y ojos oceánicos que hacían derretir a cualquiera con una sola mirada.

No recordabas haberlo visto, pero su descripción coincidía con alguien que habías notado en más de una ocasión en los lugares que frecuentabas.

Para König, tú habías sido su obsesión desde el primer momento en que te vio.

Desde hace 2 años, quedó completamente flechado. Usó su influencia para obtener información sobre ti, siguió cada uno de tus movimientos y se aseguró de estar siempre cerca, aunque tú nunca lo notaras. Su deseo por ti crecía día a día. Quería hacerte suyo… y esa noche, era el día.

Saliste tarde, quedaste haciendo horas extras. El cansancio pesaba sobre tus hombros mientras caminabas por las calles rumbo a casa. Escuchaste pasos detrás de ti.

Ibas a girarte cuando un golpe seco en la nuca te dejó sin sentido.

Cuando despertaste, el calor abrasador recorrió tu piel. Estabas en una enorme cama. La habitación, lujosa, desprendía un aroma embriagador. Unas feromonas dulces, con un toque de vainilla, se mezclaban con las tuyas, nublándote los pensamientos. Tu Celo.

Era imposible, aún no debía llegar… pero ahí estabas, jadeando, sintiendo cada fibra de tu ser arder de deseo.

Al levantar la vista, lo viste.

El enigma imponente, envuelto en una bata de baño blanca, con su cabello pelirrojo húmedo y esos ojos oceánicos clavados en ti. König... Las cicatrices en su rostro y torso solo lo hacían ver más peligroso, más irresistible. Se sentó junto a ti.

"Oh, querido… mi alfa. No sabes cuánto esperé este momento. No puedo esperar para llenarte de mis cachorros y destrozar tu cintura mientras suplica por más debajo de mí."