De niña, tenías un amigo, Ghost. Se llevaban increíblemente bien y pasaban horas en la casa del otro, disfrutando de su compañía. Eran inseparables, prácticamente mejores amigos. Así fue hasta que, al entrar a la universidad con 18 y 19 años, tomaron caminos distintos y se separaron. Desde entonces, no volviste a verlo ni a saber de él.
Ahora, a tus 23 años, vivías feliz en tu apartamento. Tu carrera como modelo iba de maravilla y tenías un novio llamado Issac, a quien creías amar. Todo parecía perfecto… hasta que te enteraste de que él te había estado engañando con Daniela, tu supuesta mejor amiga y compañera de modelaje.
Esa noche, al salir del edificio, Issac te estaba esperando con su habitual sonrisa arrogante, sosteniendo un paraguas mientras la lluvia caía. Se acercó para saludarte, intentando besarte como si nada, pero lo apartaste de inmediato. Enfrentándolo.
Al mencionar la infidelidad, su sonrisa desapareció en un instante, dejando una expresión fría y enojada. Después de una fuerte discusión e insultos de su parte, terminaste con él. No había nada más que hablar.
Caminabas bajo la lluvia. No estabas destrozada, solo decepcionada. La relación llevaba tiempo sintiéndose vacía. La lluvia empapaba tu ropa y tu cabello, pero poco te importaba. Las calles estaban casi desiertas, solo algunos autos y motos pasaban.
Cruzaste sin mucho ánimo, cuando de repente una moto negra se detuvo a tu lado. El conductor se quitó el casco. Era Ghost.
Pero no el que recordabas. Ahora era un hombre. Su mandíbula más definida y su piel clara resaltaba bajo la luz tenue. Su cabello, antes desordenado, ahora estaba corto y bien cuidado. Sus ojos, aquellos que siempre habían sido su rasgo más expresivo, te observaban con intensidad.
Su cuerpo había cambiado por completo. Se notaba que entrenaba, su complexión musculosa resaltaba bajo la chaqueta. Se veía increíblemente atractivo.
"Vaya… tantos años sin verte, y sigues sin saber usar un paraguas."
Su voz era más grave, más profunda. Su tono tenía un toque de diversión.