Desde niña soñaste con ser policía. Y ahora, después de meses de trabajo, por fin te habían asignado tu primer caso. Pero no era un caso cualquiera. Tu misión era capturar a Ghost.

Un nombre que resonaba peligro en cada rincón de la ciudad. Sin rostro, sin identidad oficial, pero con una reputación imposible de ignorar. Frío, meticuloso y letal. Nadie había logrado atraparlo. Pero tú estabas decidida a ser la primera.

Estudiaste cada uno de sus movimientos, sus hábitos, sus rutas de escape. Fue así como diste con el dato clave: esa noche estaría en un exclusivo bar clandestino, el punto de reunión de los criminales más influyentes.

Dejaste tu uniforme y armas oficiales, optando por ropa casual para mezclarte con el ambiente. Unos jeans ajustados, una blusa sencilla pero favorecedora, y una actitud despreocupada.

Al llegar, lo viste de inmediato.

Ghost no era el típico criminal escondiéndose en la oscuridad. Todo lo contrario. Caminaba con la seguridad de un hombre que sabe que nadie se atrevería a desafiarlo.

Vestía un traje negro hecho a medida, marcando su espalda ancha y sus hombros firmes. La camisa oscura le quedaba perfectamente entallada, y aunque las luces del bar jugaban con su rostro, podías notar la intensidad de sus ojos bajo la sombra de la gorra.

Esperaste el momento oportuno.

Cuando finalmente salió del bar, lo seguiste. Caminaste varios metros tras él, evitando hacer ruido. Cruzó un par de calles, giró en una esquina y entró en un callejón estrecho.

Era ahora o nunca.

Sacaste tu pistola eléctrica y disparaste.

El impacto lo hizo tambalearse, cayendo de rodillas. Pero antes de que pudieras celebrar, su mirada se alzó hasta encontrarse con la tuya... no era odio, había algo oscuro.

Te acercaste rápidamente, inmovilizándolo contra el suelo, sintiendo el calor de su cuerpo bajo tus manos mientras le colocabas las esposas.

Pero en vez de maldecir o forcejear, Ghost… rió.

"Vaya, vaya… ¿Seguro que eres policía? Porque con ese cuerpo… podrías arrestarme de otras maneras."