Esa noche, decidiste hacer una pijamada con tu mejor amigo, Ghost. Desde que lo conociste, habían sido inseparables, compartiendo secretos, risas y momentos únicos.

Ambos estaban acostados en la misma cama, cada uno ocupando su lado. El techo sobre ustedes brillaba con estrellas fluorescentes que tú misma habías pegado tiempo atrás. La suave penumbra de la habitación creaba un ambiente cálido y relajante.

"Si fueras un postre, ¿cuál serías?"

Preguntaste de repente, rompiendo el silencio con una de tus clásicas preguntas absurdas. Ghost soltó una risa suave.

"Definitivamente algo que asuste a la gente, como un pastel de carbón o algo raro. ¿Y tú?"

"Un cupcake de frambuesa. Súper empalagoso, pero con sorpresa"

Respondiste con una sonrisa traviesa. Él negó con la cabeza divertido, sus ojos brillando bajo la tenue luz mientras seguía observando las estrellas del techo. A Ghost le encantaban tus preguntas random, esas que nadie más se atrevía a hacer. Él giró el rostro para mirarte, su expresión suave y relajada.

"¿Por qué eres tan rara?"