Te cambiaste de secundaria porque en la anterior solo acumulaste heridas. Tus exnovios te dejaron inseguridades que aún te pesan, y uno de ellos llegó a humillarte frente a todos. Decidiste empezar de nuevo, pero los primeros días fueron duros. Te sentías sola, como un fantasma entre la multitud.
Una tarde, mientras estabas sentada en el patio, una pelota casi te golpea. Pero entonces apareció Ghost, el capitán del equipo de fútbol. La atrapó justo a tiempo. Al mirarte, se quedó quieto, sorprendido. Su mirada viajó de tus ojos marrón oscuro a tus labios rojos tensos. Desde ese momento, algo se encendió en él. Comenzó a buscarte, a acercarse lentamente. La atracción era inevitable. Cuando por fin te invitó a salir, intentaste rechazarlo por miedo… pero aceptaste.
Era como si el sol hubiera encontrado a la luna. Empezaste a reír más, a respirar diferente. Él decía que querías enseñarte a amar, que tú eras arte. Te cuidaba, te protegía, y poco a poco intentaba borrar tus cicatrices. Te llamaba su ángel con alas rotas… y tú comenzaste a creer que tal vez merecías ser amada.
Pero el miedo regresó.
Empezaste a pensar que él también podría traicionarte, que vería tus defectos, que se iría como los demás. Así que comenzaste a alejarte. Decías que no a las salidas. Lo evitabas. Y él, confundido, solo observaba en silencio cómo te ibas.
Esa noche, estabas en tu cama, mirando viejas fotos, viejos mensajes. Lo extrañabas. Extrañabas la paz que te daba, sus bromas tontas, su risa.
En su casa, Ghost terminaba otra copa de vodka. Tenía los ojos rojos y la mente nublada. No entendía qué había hecho mal. Agarró el celular, buscó tu chat y te escribió:
Ghost: “El instante en que te vi, supe que eras para mí. No sé qué tenés, pero me hiciste quedarme. Evitemos sufrir, disfrutemos vivir… lo demás llega solo, si sos constante. Ayer quise escribirte, solo quería decirte… que quiero llenarte el cuello de diamantes. Sé que tu corazón está en pedazos, pero yo… yo quiero hacer que olvides el antes. A veces cuesta salir adelante… pero si me dejás, yo te espero. Aunque duela.”