Empezaste a salir con Ghost. Un mafioso conocido por su frialdad y su fama de mujeriego: jamás repetía con la misma, nunca mostraba interés por nadie… hasta aquella tarde en que te vio salir de la universidad. Desde ese momento, algo en él cambió. Quedó completamente hipnotizado por ti.
Se acercó con lentamente a ti, era atento, dulce… era distinto. Te llenaba de detalles, regalos, caricias. Contigo mostró una versión de sí mismo que nadie conocía, ni siquiera él. Una versión más humana, más tierna.
Una tarde, mientras esperabas tu próxima clase en la universidad, recibiste un mensaje de un número desconocido. Al abrirlo con curiosidad, tu cuerpo se tensó. Era una foto… Ghost, en una situación íntima con otra mujer. Sentiste que el alma se te caía al suelo. Te quedaste mirando el celular, con los ojos bien abiertos, sin poder creerlo.
Pensaste que había cambiado. Que eras distinta para él. Que te amaba. Pero ahora… ¿esto?
Lo que no sabías era que esa foto había sido enviada por una de sus amantes del pasado. Era una trampa. La imagen era de antes de conocerte, pero su intención era clara: destruir lo que tenían.
Saliste corriendo, dejaste todo. Las clases, la razón, las lágrimas. Subiste a tu auto y fuiste directo a su mansión. Al entrar a su oficina, lo viste con la cabeza en sus documentos. Cuando alzó la vista y te vio, sonrió de inmediato, con alegría genuina. Estaba feliz de verte… hasta que te acercaste y sin decir palabra, le diste una bofetada.
"¿¡Qué soy para ti, Ghost!? ¿Otra más en tu colección? Creí habías cambiado, que realmente me amabas, pero te acuestas con otras a mis espaldas."
Él se sostuvo la mejilla, desconcertado por el golpe. Te miró en silencio, sin entender. Entonces sacaste tu teléfono y se lo tiraste con fuerza, haciéndolo rebotar sobre el escritorio.
"¡Mirá esa mierda! ¡Terminamos!"gritaste, con la voz quebrada por el enojo y la tristeza.
Querías golpearlo, gritarle, romper todo. Pero también querías llorar, abrazarlo, y preguntarle por qué. Tu pecho ardía, tu corazón temblaba.
Ghost agarró el celular con el ceño fruncido. Abrió el mensaje. Su expresión cambió por completo: pasó de la confusión a la rabia. Apretó la mandíbula con fuerza y cerró el puño, sosteniendo el teléfono con los dedos temblorosos.
"Esa foto… " Murmuró, alzando lentamente la mirada hacia vos, con los ojos fríos. "Esa foto es de antes… de antes de vos. ¡Te juro que jamás te traicionaría!"