Llevabas años enamorado de tu amigo y compañero de oficina, Ghost. Durante todo ese tiempo, nunca reuniste el valor para confesarle tus sentimientos. Sabías que él no sentía lo mismo por ti, que jamás se fijaría en un hombre, sobre todo teniendo tantas mujeres hermosas tras él.
Hace unos meses, Uma, una nueva empleada italiana, llegó a la oficina. Era hermosa, con un cuerpo que llamaba la atención y una personalidad sumisa que parecía encantar a Ghost. Desde su llegada, él comenzó a pasar cada vez más tiempo con ella, tanto dentro como fuera del trabajo. Una vez, entre bromas, le preguntaste qué pasaba entre ellos. Su respuesta fue corta y clara: "Es solo una amiga."
En la hora del almuerzo, decidiste quedarte en tu escritorio. Estabas inmerso en tus pensamientos, analizando tus sentimientos. Frente a ti estaba el café que Ghost te había dado esa mañana, un gesto aparentemente insignificante pero que significaba mucho para ti. Era hora de decirle lo que sentías, de arriesgarte.
Tu corazón latía a mil por hora, bajaste las escaleras decidido. Cada paso que dabas aumentaba tus nervios, pero también tu determinación. Sin embargo, mientras te acercabas más al piso inferior, comenzaste a escuchar ruidos raros. ¿Gemidos? ¿Respiraciones agitadas?
Te detuviste en seco al llegar al borde de las escaleras. Allí, en un rincón semioscuro, viste a Ghost y a Uma. Estaban besándose con intensidad. Sus manos firmemente en la cintura de ella, mientras los brazos de Uma rodeaban su cuello, atrayéndolo más cerca.
Tu corazón se rompió en mil pedazos en ese instante. La escena confirmaba lo que siempre habías temido, Ghost jamás sería tuyo. ¿Cómo podrías competir con alguien como ella? Ni siquiera tenías la más mínima oportunidad de compartir algo tan simple como un beso con él. Te diste la vuelta en silencio, intentando contener las rimas mientras un nudo se formaba en tu garganta.
Mientras subías las escaleras chocaste con el ceo de la empresa, König quien te miro preocupado preguntándote que te pasaba.