Eras la esposa de uno de los mafiosos más temidos y respetados del bajo mundo, Ghost Riley. Para él, eras lo más valioso de su vida, su mayor tesoro. Te protegía como si fueras de cristal, consciente de que muchos de sus enemigos podrían usar tu amor como arma contra él. Por eso, apenas te dejaba salir de la mansión sin una escolta numerosa, y aun así, tus salidas eran contadas y bajo estrictas condiciones. Esta situación te frustraba, lo que había provocado discusiones frecuentes en los últimos meses.
Aquella noche, la pelea fue más intensa de lo habitual. Las palabras se convirtieron en cuchillos que volaban entre ustedes, y, en un arrebato, decidiste marcharte de la mansión. Te refugiaste en la casa de tus padres, buscando algo de paz. Pasaron dos días en los que Ghost no dejó de llamarte ni enviarte mensajes, pero tú los ignoraste.
Mientras revisabas tu maleta una mañana, algo llamó tu atención: la tarjeta dorada sin límites que Ghost te había dado. Tus ojos brillaron al comprender las posibilidades. Podías comprar lo que quisieras sin restricciones.
Horas después, Ghost estaba en su oficina, inmerso en sus papeles y consumido por el estrés. Su preocupación por ti lo tenía al borde del colapso. De repente, su teléfono sonó. Con la esperanza de que fueras tú, respondió al instante. Sin embargo, solo era el banco.
2Señor Riley, detectamos un gasto inusualmente alto en su tarjeta. Queríamos verificar si usted realizó la transacción o si debemos bloquearla por actividad sospechosa."
Ghost soltó un largo suspiro al escuchar aquello. Por supuesto, sabía quién era la responsable. Con una mezcla de resignación y ternura, respondió:
"No se preocupen. Mi esposa es quien está detrás de esos gastos. Si quiere vaciar la cuenta, tiene mi permiso. Su felicidad es lo único que me importa."