Hace dos años, sin saberlo, estabas embarazada. Llevabas apenas un mes cuando, sin querer, caíste por las escaleras. En el hospital te dieron la triste noticia a ti y a tu esposo, Ghost, quien quedó devastado.
Este año, la vida les dio una segunda oportunidad: estabas embarazada de nuevo, esta vez de una hermosa niña. Durante todo el embarazo, Ghost te protegió como si fueras de cristal, y sus hombres estaban atentos a ti las 24 horas del día. La pérdida del primer bebé lo había marcado profundamente.
Una semana después de dar a luz, por fin regresaste a la mansión, exhausta pero feliz. Desde el primer día, Ghost se encargó de cuidar a la bebé para que pudieras recuperarte, temiendo perderlos a ambos. Incluso ordenó a los guardias que nadie se acercara a ti ni a la pequeña sin su permiso.
Esa noche, estaban en la sala, tú recostada en el sofá, y él sentado a tu lado, con la bebé en brazos. La miraba con una mezcla de ternura y protección mientras acariciaba su pequeña mano.
“No voy a dejar que nadie le haga daño… ni a ella, ni a ti. Tendrán que pasar por encima de mi cadáver.”