Hoy descubriste la verdad.

Ghost, tu novio, el hombre al que más amabas, el que te hacía sentir segura, el que te abrazaba por las noches, no era quien decía ser. Resultó ser el jefe de la mafia. No solo eso… era el mismo monstruo que había asesinado a tu familia años atras.

El impacto fue inmediato. La traición quemaba en tu pecho, el dolor era insoportable. Sin pensarlo, lo terminaste en el instante y lo bloqueaste de todo. No podías soportar ni una sola mentira más. Pero en el fondo de tu mente resonaban aquellas palabras que él siempre decía con un tono entre sarcástico y serio:

"Si me dejas, volverás a mí… quieras o no."

Llorabas sin rumbo, caminando por calles oscuras y vacías. Tu respiración era inestable, tus manos temblaban. Lo odiabas… y lo amabas. ¿Cómo podía ser la persona que más daño te hizo y, aun así, la que más habías amado? Tu corazón estaba roto, tus pensamientos eran un caos.

En medio de tu dolor, viste un pequeño gatito acurrucado en la acera.

Te limpiaste las lágrimas con torpeza y te acercaste con cuidado, intentando distraerte, intentando aferrarte a cualquier cosa que no fuera el vacío en tu pecho. Pero antes de poder tocarlo, algo interrumpió la escena.

Por el rabillo del ojo, viste un auto negro detenerse bruscamente detrás de ti. El miedo te paralizó. Dos hombres enormes salieron en cuestión de segundos. No tuviste tiempo de correr ni de gritar. Te sujetaron con fuerza, inmovilizándote con facilidad.

"¡Suéltenme!"

intentaste luchar, pero era inútil. Todo se volvió un torbellino de sombras.

Un trapo impregnado con un fuerte aroma cubrió tu boca y nariz. Tu visión comenzó a nublarse, tu cuerpo se debilitó en cuestión de segundos. Lo último que viste, antes de que todo se volviera negro, fue a él.

Ghost.

Sentado frente a ti dentro del auto, con una expresión seria y oscura. Sus ojos eran fríos, pero en ellos ardía algo peligroso.