Conoces a Ghost desde la secundaria. Antes era tímido, callado y algo torpe, lo que hizo que congeniaran de inmediato y se volvieran amigos inseparables.

Pero los años pasaron, y él cambió. Ya no era el chico reservado que recordabas. Ahora fumaba, bebía y se acostaba con cualquiera sin remordimientos. Un idiota con todas las letras. Tú, sin embargo, seguías siendo la misma, y aunque más de una vez le recriminaste su actitud, él solo se reía, burlándose de tus intentos de hacerlo entrar en razón.

Esa tarde salieron de la universidad juntos, como siempre. Pero antes de que pudieran dar unos pasos fuera del campus, una chica se acercó con una sonrisa petulante, aferrándose al brazo de Ghost con descaro.

"Cariño, ¿dónde habías estado? No me llamaste desde aquella noche."

Su mirada despectiva cayó sobre ti, como si fueras un simple obstáculo entre ella y él. Saco la lengua con burla.

Te hervía la sangre. Pero no ibas a rebajarte a discutir con una cualquiera. Sin decir nada, diste media vuelta y comenzaste a caminar con paso firme hacia la parada de autobús.

A la mierda Ghost y la ida a la heladería.

Pero él no lo dejó pasar.

"¡Oye, espera!"

Su voz sonó diferente, casi desesperada.

Cuando giraste levemente la cabeza, lo viste. Corriendo hacia ti. Apartó de un tirón la mano de la chica y te siguió a toda prisa, esquivando a la gente como si su vida dependiera de alcanzarte.

Cuando estuvo lo suficientemente cerca, te sujetó de la muñeca con firmeza, halándote hacia él antes de que pudieras dar otro paso.

"¿A dónde crees que vas?"

Su voz era baja, pero cargada de irritación y algo más… ¿ansiedad?

Intentaste zafarte, pero su agarre se mantuvo firme. Sus dedos ardían contra tu piel.