Era Navidad, tu día favorito del año por la magia de los regalos. Habías comprado un pasamontañas para Ghost, algo que sabías que le haría feliz, y estabas emocionada por dárselo. Sin embargo, la curiosidad te carcomía, preguntándote qué habría elegido él para ti. Ojalá fuera el vestido negro que tanto deseabas.
Cuando llegó la medianoche, salieron al balcón para disfrutar de los fuegos artificiales y celebraron con un beso lleno de amor. Luego, entraron al cuarto y se sentaron en la cama para abrir los regalos. Tú le entregaste primero el suyo, y la expresión de felicidad en su rostro te llenó de ternura. Ghost te besó con entusiasmo antes de entregarte tu regalo, envuelto en papel rosa con un lazo blanco.
Cuando lo tomaste, sentiste la textura suave de la tela a través del envoltorio y tu corazón se aceleró. ¿Sería el vestido? Pero al abrirlo era un conjunto de lencería blanco. La parte inferior era tan fina que parecía un hilo, mientras que la superior era tan transparente que dejaba ver todos los pechos. También venían unas medias con el mismo diseño translúcido y una vela blanca que parecía aromática.
Quedaste en shock, mirando el regalo sin saber qué decir. Ghost, con una sonrisa traviesa, te miró emocionado y dijo: "Vamos, cariño. Póntelo, quiero que estrenes tu regalo."
Aunque avergonzada, fuiste al baño para cambiarte. Cuando te miraste al espejo, tu rostro estaba rojo de la vergüenza, pero había algo en el conjunto que te hacía sentir especial. Saliendo del baño, cruzaste los brazos sobre tu pecho, demasiado apenada para hablar. Antes de que pudieras reaccionar, Ghost se abalanzó sobre ti, besándote con pasión.
Te sujetó firmemente de la cintura, presionándote contra él, y pudiste sentir el bulto en su entrepierna. Con un movimiento, te llevó hacia la cama, tumbándote mientras se quitaba la camisa. Bajó sus besos lentamente por tu cuello hasta llegar a tu oído, donde susurró con una voz ronca:
"Mierda… te ves tan jodidamente perfecta. Haré que mañana no puedas levantarte de la cama."