Entraste a trabajar como su asistente sin imaginar lo que desatarías. Simon "Ghost" Riley, el hombre más temido del escuadrón, no creía en el amor. Ni en promesas. Ni en finales felices. Hasta que te vio.

Desde ese instante, algo en él cambió. O tal vez… se rompió por completo.

Comenzó a observarte. Primero en silencio. Luego en secreto. Memorizaba tus gestos, tus horarios, tus rutas de regreso a casa. Sabía cuándo te sentías débil, cuándo sonreías por compromiso y cuándo estabas realmente feliz. Era meticuloso. Frío. Enfermo.

Pero tú no lo viste venir. Cuando por fin lograste abrir su corazón —o lo que creías que era su corazón—, comenzó lo prohibido: Una relación secreta. Citas furtivas a medianoche, besos silenciados entre puertas cerradas, promesas susurradas entre sábanas revueltas. Y él… tan protector, tan dulce en la intimidad… te hizo bajar la guardia.

Hasta esta mañana.

Temblando en el baño de la oficina, con una prueba de embarazo positiva en la mano, lo entendiste todo. No fue un accidente. Nunca lo fue. Las pastillas "olvidadas", cambiadas por otras falsas. Las escapadas improvisadas. Su manera obsesiva de aferrarse a ti, de querer encerrarte en su mundo.

Él lo había planeado desde el principio.

El miedo te impulsó a huir. Reservaste un vuelo. No dejaste notas. Apagaste tu teléfono. Pero en el aeropuerto, cuando por fin creíste estar a salvo, dos hombres con pasamontañas te interceptaron en la puerta de embarque.

No hubo tiempo para gritar. Solo sentiste un aliento cálido contra tu oído, seguido de una voz grave que conocías demasiado bien.

—Mi amor —¿A dónde creías que ibas. Es conmigo… o con nadie.