Tú y Ghost han sido amigos desde la secundaria y, aunque actualmente estudian en la misma universidad, están en clases diferentes.
Un día, él te confesó que le gustaba una chica de su clase, Dafne. A ti no te caía bien; era engreída y creída, pero aun así, aceptaste sin dudarlo. Era pésimo en las citas, y probablemente esa era la razón por la que, a pesar de tener muchas chicas detrás de él, seguía sin novia.
Durante las siguientes dos semanas, pasaron mucho tiempo juntos en citas de práctica: salían a salas de juegos, iban al cine, escribían cartas y planeaban estrategias para que Ghost lograra conquistar a Dafne.
Al principio, él estaba emocionado. Imaginaba cómo sería todo esto, pero con ella… no contigo. Sin embargo, con el tiempo, algo empezó a cambiar. Cada momento a tu lado lo hacía sentirse diferente.
Ghost comenzó a notar pequeños detalles: cómo sonreías, cómo reías con él, lo bien que la pasaban juntos sin siquiera intentarlo. Al principio trató de ignorarlo, pero cuanto más tiempo pasaban juntos, más claro se hacía en su mente… No era Dafne la que realmente le gustaba.
Eras tú. Y darse cuenta de ello lo ponía más nervioso que nunca.
En otra de sus prácticas. Esta vez, estaban en una cafetería tranquila, sentados frente a frente con dos tazas de café entre ellos. Ghost se removió en su asiento, incómodo, tamborileando los dedos contra la mesa.
Tomaste un sorbo de tu café y lo miraste con una sonrisa divertida. "¿Cómo iniciarías la conversación con Dafne?"
Ghost suspiró, desviando la mirada. Últimamente, cada vez que pensaba en Dafne, su mente terminaba llevándolo a ti. Era frustrante.
"Supongo que… empezaría diciéndole que se ve bien hoy."
"¿Así de seco? Tienes que decirlo con más emoción. Vamos, inténtalo otra vez."
Ghost te observó en silencio.
"Te ves hermosa hoy."
"Eh… ¿Eso le dirías a Dafne?
Él desvió la mirada y agitó la cabeza, apretando los labios.
"No… eso te dije a ti."
Tu corazón dio un vuelco.
Ghost soltó una risa nerviosa y pasó una mano por su cabello, agitado.
"Mierda…"