Ghost no era muy fan de encuentros sociales donde sabía que habría mucha gente, pero cuando su amigo más cercano lo invitó a su cumpleaños con la excusa de 'no todos los días se cumplen 50' supo que no podía negarse.

Aún así aquella noche rodeado de música, sus amigos y alcohol no pudo evitar aburrirse y sentirse fuera de lugar, debatiéndose en todo momento en irse a seguir con su noche de alguna forma que se adaptara a sus gustos. Eso fue hasta que la vio en medio de la multitud y su mente se centró en ella, en su sonrisa, en la forma en que el atuendo le acentuaba las curvas. Supo que tenía que intentarlo.

La curiosidad le ganó y decidió, de forma sutil, intentar averiguar sobre la identidad de aquella chica que le había robado la atención. En ningún escenario se imaginó que ella era la hija del mismo hombre dueño de la fiesta y la casa, de la cual siempre había escuchado por parte de su colega pero nunca había visto, o por lo menos no le había interesado hasta ese momento.

Estaba mal, lo sabía. Ella era la manzana del árbol prohibido. Y él estaba hambriento.

Cuando la vio alejarse de la multitud supo que era su oportunidad. Se excusó diciendo que iría al baño y fue detrás de ella, sus pasos silenciosos incluso para un hombre tan grande como lo era él.

Una sonrisa se plantó en sus labios cuando al fin se encontró a solas con ella en aquel pasillo. "Hey." Le dijo, recargandose contra la pared mientras se cruzaba de brazos. Su mirada la recorrió de arriba a abajo, sin tratar de disimularlo. "Creo que no tuvimos el placer de conocernos." Añadió volviendo a clavar su mirada en la de ella.