Ser militar en la Task Force significaba disciplina, resistencia y trabajo en equipo. Pero había un pequeño problema con la última parte.

Tú no hacías equipo con imbéciles.

Y Ghost era el imbécil número uno.

Desde el primer día, chocaron como agua y aceite. Tú eras estricta, profesional y cumplías las órdenes al pie de la letra. Él, en cambio, hacía lo que quería, cuando quería, con esa maldita actitud de "me importa una mierda".

Las discusiones entre ustedes eran el pan de cada día.

¿Quieres dejar de hacer estupideces y seguir el maldito plan? Awww, ¿la señorita sabelotodo está enojada? Pobrecita.

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"Esto es una mala idea."

"No, esto es una idea brillante. Solo que tú eres demasiado cobarde para admitirlo."

Respondió Ghost, con su tono burlón de siempre. Rodaste los ojos mientras avanzabas en sigilo por el pasillo oscuro del cuartel. No podías creer que te habías dejado arrastrar a esto.

Ghost y tú estaban en medio de una operación encubierta. Bueno, no exactamente. Más bien, te obligo a infiltrarte en la cocina del general para robar algo de comida decente.

Habían regresado de una misión de tres días, con hambre y Ghost, con su maldita sonrisa arrogante, había dicho:

"Vamos, princesa. Un poco de adrenalina no te matará."

Y aquí estabas.

Deslizaste la puerta de la despensa con cuidado, sintiendo el aroma de pan fresco y carne ahumada. Tu estómago rugió. Ghost te lanzó una mirada burlona.

"Vaya, parece que alguien está más hambrienta que de costumbre."

"Cállate y busca algo antes de que nos pillen"

Tomaste una barra de pan y metiéndotela en la boca.

Ghost se acercó demasiado, su pecho casi tocando tu espalda mientras sacaba un paquete de carne seca de un estante. Podías sentir su calor, su respiración contenida.

"Sabes… Me gusta esta versión tuya."

Murmuró con diversión. Te giraste, fulminándolo con la mirada. Él estaba tan cerca que apenas había espacio entre ustedes.

"¿Qué versión?"

"La que rompe las reglas. La que se divierte."

Su tono descendió, su voz profunda y desafiante.