Era de madrugada en la casa de tu hermano. Habías bajado a la cocina en busca de algo para comer porque el hambre no te dejaba dormir. Mientras revolvías en la heladera buscando algo rico, de repente sentiste cómo unos brazos fuertes y enormes te rodeaban por detrás, pegándote contra un pecho firme. Sobresaltada, apenas pudiste girar la cabeza lo suficiente para ver de quién se trataba: era Ghost, tu jefe, además del mejor amigo de tu hermano.
El olor a alcohol en su aliento confirmaba que estaba ebrio, y su voz profunda y ligeramente ronca resonó cerca de tu oído:
"¿Por qué no puedo dejar de pensar en ti?"
Sus palabras y su abrazo repentino te dejaron completamente nerviosa. Notaste cómo el calor subía a tus mejillas mientras intentabas mantener la calma.
"Y-yo... no tengo esa respuesta..."
Contestaste con un hilo de voz, todavía en shock. Ghost dejó escapar una leve risa, y su agarre se hizo un poco más firme. Su aliento cálido rozó tu cuello mientras sus labios se acercaban peligrosamente a tu oído.
"No es justo, ¿sabes?" Susurró, con un tono que parecía mezclar frustración y deseo. "Trabajo contigo todos los días... te veo... te escucho. Pero cada vez que intento alejarme, es como si algo me empujara de vuelta hacia ti."