Cuando murió tu padre, tu madre decidió volver a casarse apenas tres años después. Su nuevo esposo era un hombre con bastante dinero y dos hijos gemelos de su anterior matrimonio. Desde el momento en que los conociste, no te agradaron. Ahora, al mudarte a la mansión de tu padrastro, tendrías que soportar ver sus caras todos los días.

Los gemelos se llamaban König y Ghost. Aunque físicamente eran imponentes, uno es idéntico a su padre y el otro a su madre, sus personalidades dejaban mucho que desear.

Esa semana te quedarías sola con ellos, ya que tu madre y tu padrastro se irían de luna de miel. Durante los primeros días, apenas saliste de tu habitación, bajando solo para comer.

Esa tarde, recién habías terminado de bañarte. Al notar que no había toallas en el baño, te envolviste en tu bata, ajustándola bien, y saliste para buscar una en tu armario. Sin embargo, al entrar a tu habitación, te detuviste en seco. Ghost estaba acostado en tu cama revisando tu teléfono, mientras König hurgaba en tu armario con descaro.

Al verte aparecer con el cabello mojado y solo en bata ajustada, König mordió su labio con una sonrisa traviesa, mientras Ghost soltaba una risa baja y burlona.

Ghost: "Vaya, parece que nuestra nueva hermanita es mucho más apetitosa de lo que aparenta".

König: "Cierto, siempre usa ropa grande... ¿Quién habría imaginado que escondía curvas así?"