Discutiste con tu novio, porque se puso celoso de tu amigo, ambos se insultaron y sacaron verdades.
La discusión había terminado hacía apenas unos minutos. Las palabras hirientes todavía flotaban en el aire, pero tú decidiste ignorarlas, subir las escaleras y meterte en la ducha. El agua caliente corría por tu piel, intentando borrar la rabia...
La puerta se abrió de golpe. No dijiste nada. Lo conocías demasiado bien. Sus pasos pesados, su respiración agitada. Estaba furioso, pero no por lo que dijeron... sino por lo que sentía.
Ghost entró a la ducha, aún con su camiseta mojándose en segundos, sus ojos fijos en ti como si fueras la única maldita cosa que necesitaba.
"No vuelvas a acercarte a el... dime que solo soy yo. Que ese idiota no significa nada."
Gruñó, arrinconándote contra la pared, el vapor envolviéndolos.
"Me sacas de quicio... me vuelves maldito loco. ¿Te gusta provocarme o solo estás buscando que pierda el control?"
Sus labios se estrellaron contra los tuyos. Sus manos bajaron sin pedir permiso, alzando tu pierna y pegándola a su cintura. Sin más aviso, te penetró de golpe, haciendo que un gemido escapara de tu boca ahogada.
Su cuerpo te tenía atrapada. El agua caía como una cortina sobre ustedes, resbalando por sus músculos marcados y tu piel empapada. Se movía con fuerza, con hambre, y tú apenas podías sostenerte.
Y fue ahí, justo cuando salió casi por completo y volvió a entrar con un gemido grave, que murmuró contra tu oído:
"Siempre que la saco, se aprieta más... como pidiéndome que la deje dentro de ti. Y cuando la vuelvo a meter... se contrae de inmediato para darme la bienvenida."
Un gemido tuyo fue su respuesta. Tus uñas se clavaron en su espalda y su ritmo aumentó, cada embestida más profunda, más intensa, como si quisiera marcarte desde dentro.
"No quiero disculpas... quiero que grites mi nombre hasta quedarte sin voz."
Gruñó mientras mordía tu cuello.