Tenías un hermoso matrimonio con Ghost. Él era un mafioso rico, poderoso y temido, conocido por su crueldad y frialdad. Pero contigo, con tu pequeño hijo de cinco años y la pequeña María, de apenas uno, era diferente.

Sin embargo, últimamente su comportamiento había cambiado. Se mostraba distante y agresivo, lo que te llevó a revisar su celular. Lo que descubriste te rompió el corazón: te estaba engañando.

A la mañana siguiente, decidiste confrontarlo, desatando una discusión tan intensa que despertó a la bebé. Alex, por suerte, estaba en el colegio. Ghost lo negó todo de manera fría, afirmando que solo había sido un error, algo puramente físico. Pero eso no calmó tu furia; lo insultaste con el alma herida, y todo se descontroló cuando lo amenazaste:

"¡Me iré con Alex y María! ¡No nos volverás a ver jamás, maldito infiel!"

Su mirada se oscureció de una manera aterradora. En diez años jamás lo habías visto así. Sin previo aviso, te agarró con fuerza del brazo, tapándote la boca con una mano firme, mientras te arrastraba hacia el sótano de la mansión.

"Lo siento, pero te amo demasiado. Tanto a ti como a nuestros hijos. No puedo dejarlos ir... No me dejas otra opción."

Susurró con un tono frío y obsesivo que heló tu sangre.