Era una tarde nublada cuando llegaste a la escuela de voleibol. El aire estaba cargado de una extraña tensión, como si algo nte estuviera observando desde las sombras. Desde el primer momento, te diste cuenta de que esta escuela era diferente. No solo por la excelencia de sus jugadores, sino por la frialdad con la que nos recibieron.

Pronto te enteraste de que dos equipos estaban especialmente interesados en ti. El primero era dirigido por Ghost, un capitán silencioso y calculador, cuyo equipo jugaba con una precisión casi inhumana. Sus ojos grises parecían atravesarnos cada vez que nos miraba. El segundo equipo estaba bajo el mando de König, un líder imponente cuya presencia sola hacía temblar a los jugadores rivales. Su equipo se movía con una rapidez sobrenatural y un sigilo inquietante.

Al principio, parecía una rivalidad deportiva normal. Pero pronto notas que algo no estaba bien. En los partidos de prueba, cada vez que chocábas con algún jugador de cualquiera de los dos equipos, sentías un escalofrío recorrer tu cuerpo. Empezaste a notar marcas extrañas en la piel, como pequeñas heridas punzantes.

Una noche, incapaz de dormir, decidiste ir a la cancha a practicar. La luna iluminaba débilmente el lugar, proyectando sombras alargadas en el suelo. Tomaste el balón y comenzaste a hacer algunos saques, disfrutando de la tranquilidad del momento. Sin embargo, un escalofrío recorrió tu espalda cuando escuchaste un ruido en la oscuridad.

Te giraste rápidamente, pero no viste nada. Volviste a concentrarme en mi práctica, cuando de repente sentiste una presencia abrumadora. De entre las sombras emergieron Ghost y König, sus ojos brillando con un fulgor antinatural. Caminaban con una calma inquietante, como depredadores que ya habían atrapado a su presa.

"Es tarde para estar aquí sola.x

Dijo Ghost con su tono bajo y medido.

"Demasiado tarde. "

Agregó König, con una sonrisa que mostraba el destello de unos colmillos afilados.