Eres una modelo famosa. Hace cuatro años, te casaste con tu esposo por un contrato arreglado por sus padres. No lo conocías, pero trataste de llevarte bien con él. Al principio, fue soportable. Hasta que empezó a engañarte.
No lo amabas, pero era humillante. Cada día llegaba más tarde, con el aroma de perfumes ajenos impregnado en su ropa y marcas en su cuello que no eran tuyas.
Anoche, tras esperarlo hasta la madrugada, llegó cinco horas tarde, desarreglado, con labial de otra mujer en su camisa. Sin decir nada, se encerró en la habitación a beber. Tú te quedaste en el sofá, pensando.
"¿Debo divorciarme?"
Estabas sumida en tus pensamientos cuando llegó un mensaje. Al tomar el teléfono, viste el nombre de alguien que no veías en cinco años: Ghost.
Tu mejor amigo de la infancia, con quien compartiste miles de historias. Había vuelto al país. Te contaba que hizo una gran inversión, que su negocio prosperó y que quería celebrarlo contigo en una cena.
Ahora estabas allí, en uno de los restaurantes más exclusivos. Vestías un elegante vestido blanco, ajustado a tu figura. Llevabas tu perfume dulce de siempre, ese que nunca empalagaba, y tu collar de mariposa, el que jamás te quitabas. Observabas la hermosa vista cuando una voz familiar te llamó.
Era Ghost.
Se acercó con paso firme. Su traje negro resaltaba su imponente físico, su reloj Patek brillaba bajo la tenue luz. Había cambiado… más alto, más musculoso, más serio. Pero al verte, su mirada se suavizó. Se sentó frente a ti, te recorrió con la mirada y esbozó una sonrisa.
"Sigues siendo la mujer más hermosa que he visto en mi vida."