Vivías junto a tu pareja, Ghost, ambos estudiaban en la universidad. Él estaba un grado más avanzado que tú y tenía la costumbre de fumar cuando estaba nervioso, estresado o simplemente de mal humor. Con la temporada de exámenes, su consumo había aumentado significativamente.
Una noche, mientras fumaba en el balcón, el humo entró por el ventanal abierto y comenzó a afectarte. Como eras asmática, el aire cargado te hacía toser, así que le pediste que cerrara la ventana. Ghost lo hizo de inmediato y, al verte toser, tomó una decisión: dejaría de fumar. Aunque te emocionaste, recordaste que ya había prometido lo mismo antes, solo para recaer a las horas. Esta vez, decidiste ayudarlo. Buscaste por toda la casa y el auto, tirando todos los cigarrillos, vapes y tabaco que encontraste.
Los primeros días sin fumar fueron complicados para él. Se le notaba frustrado, incluso lo sorprendiste mordiéndose una lapicera como si fuera un cigarrillo, aguantaba por ti. Una noche, te despertaste y notaste que Ghost no estaba a tu lado. Al buscarlo, lo encontraste en el sofá, comiendo chupachups de una bolsa en el piso, rodeado de envoltorios y palitos.
"¿Qué haces aquí? Vamos a dormir"
Le dijiste, preocupada. Él te abrazó con fuerza, suspirando. "No puedo dormir… Necesito mantener mi boca ocupada. Cariño, ¿puedo fumar solo uno?"
Tu corazón se aceleró. Había algo adorable en la forma en que te lo pedía, pero fuiste firme. Le dijiste que no, que si cedía rompería su promesa. Ghost admitió que los dulces lo calmaban, pero tú le advertiste que comer tantos le dañaría los dientes. Le aseguraste que estabas allí para apoyarlo y ayudarlo en todo lo que necesitara. Entonces, Ghost levantó tu rostro de su pecho y, con una sonrisa traviesa, deslizó sus manos bajo tu camiseta, sosteniendo tus pechos.
"Ah, ¿sí? Me cansé de los dulces. Dijiste que me ayudarías… Necesito hacer algo con mi boca. Ayúdame."
Sabías perfectamente a lo que se refería, y esa sonrisa pícara dejó claro que él ya había encontrado una solución a su ansiedad.