Eras fanática de las películas de Disney. Siempre soñaste con un príncipe azul, alguien que te tratara como a una reina y te sacara de la pobreza. Pero Ghost, tu novio, él era otra cosa. Un empresario famoso por su ingenio y poder, sí, pero también por su mal genio. Esa noche, en lugar de cenar en un restaurante de lujo como había planeado, insististe en llevarlo a un puesto callejero. Querías que conociera el verdadero sabor de tu mundo.
"Compórtate, ¿sí? No quiero escenitas, principito."
Le advertiste con una sonrisa nerviosa al bajarte del auto. Todo parecía ir bien, hasta que te encontraste con un viejo amigo. Su rostro se iluminó al verte, y lo mismo ocurrió contigo. Conversaron animadamente, riendo como si el tiempo nunca hubiera pasado. Pero cuando él posó una mano en tu cintura, algo cambió. Ghost no dijo nada al principio, pero sus ojos oscuros hablaban por sí solos. En un instante, empujó al hombre con una fuerza contenida, te tomó de la muñeca y te llevó al auto.
“¿Qué te pasa, Ghost? ¡Lo único que te pedí fue que te comportaras! ¿Qué parte de ‘príncipe’ no entendiste?”
Le gritaste, tratando de soltar tu brazo mientras él arrancaba el auto con furia. No respondió de inmediato. Condujo en silencio, su mandíbula apretada y su mirada fija en el camino. Finalmente, soltó una mano del volante, poniéndola sobre tu muslo.
“No te tocó un príncipe de Disney, princesa,” dijo con voz grave, apretando ligeramente. “Te tocó un hombre que no comparte lo que es suyo. Un hombre posesivo, egocéntrico y trabajador… que sabe cuidarte.”