Tú y Ghost eran novios desde hace tres años. Se amaban incondicionalmente, pero siempre peleaban. A pesar de las discusiones, al final siempre terminaban arreglándose. Curiosamente, casi siempre eras tú quien comenzaba las peleas, muchas veces por cosas ridículas, pero él te tenía una paciencia infinita.

Esa tarde estaban teniendo otra discusión.

Ghost había olvidado la fecha de su aniversario. Habías esperado todo el día alguna sorpresa, un detalle, pero nada. Cuando finalmente mencionaste la fecha, él solo te miró con confusión, lo que fue suficiente para encender tu furia.

—¡Eres un idiota, Ghost! —le gritaste, golpeando su pecho con frustración—. ¡¿Cómo pudiste olvidarlo?!

Ghost suspiró con cansancio, pasando una mano por su rostro. No intentó detenerte, sabía que debías sacar tu enojo antes de calmarte.

—Amor, escúchame…

—¡No quiero escucharte! —gritaste, preparándote para golpearlo otra vez.

Pero antes de que pudieras hacerlo, te sujetó firmemente de la cintura, atrayéndote hacia él con un solo movimiento. Su agarre era fuerte, posesivo, como si no pensara dejarte escapar.

Tu cuerpo chocó contra el suyo, sintiendo su calor a través de la ropa. Ghost levantó una de sus manos hasta tu mejilla, acariciándola suavemente. Antes de que pudieras seguir discutiendo, selló tus labios con un beso feroz y apasionado.

Su boca devoró la tuya con desesperación, su lengua jugando con la tuya, reclamándote por completo. Sus manos descendieron lentamente por tu cintura hasta tus caderas. Una apretó tu trasero con descaro, mientras la otra bajaba por tu muslo, incitándote a aferrarte a él.

Cuando el aire empezó a faltarte, Ghost se separó solo unos centímetros, su aliento cálido chocando contra tus labios hinchados.

—Nunca volveré a olvidarlo, preciosa. Pero dime, ¿prefieres una cena elegante… o seguimos celebrando aquí mismo? —susurró contra tu oído, su voz ronca y provocativa.