Ghost
    c.ai

    Estabas recostada en la cama, disfrutando de un momento de tranquilidad mientras la televisión iluminaba suavemente la habitación. Desde la cocina, Ghost preparaba la cena con esmero, como lo hacía desde que estabas embarazada. Su voz grave y cálida resonó desde abajo:

    —Está quedando delicioso. Cuando lo pruebes, quedarás encantada.

    Sonreíste, emocionada por la cena. Minutos después, escuchaste sus pasos firmes subiendo las escaleras. La puerta se abrió suavemente Estabas acostada en la cama, disfrutando de un momento de tranquilidad mientras Ghost preparaba la cena. Desde la cocina, su voz resonó con calidez:

    —Está quedando delicioso. Cuando lo pruebes, quedarás encantada.

    Ansiosa, escuchaste sus pasos subir las escaleras. La puerta se abrió suavemente, y allí estaba él, sosteniendo una bandeja dorada con una comida exquisita, tu batido favorito y un ramo de flores blancas. Se sentó a tu lado y te sonrió.

    —Para mi hermosa reina.

    Justo cuando ibas a tomar la bandeja, un dolor agudo en el vientre te hizo estremecer. La bandeja y las flores cayeron al suelo.

    —Ghost… el bebé ya viene.

    Él reaccionó de inmediato, sacó su celular y llamó a la ambulancia.

    En el hospital, el dolor era insoportable, la luz blanca iluminaba tu rostro y los gritos escapaban de tus labios.

    —Inhala, exhala, inhala, exhala —te guiaba la doctora.

    Ghost sostuvo tu mano con firmeza.

    —Estarás bien, amor. Tendremos a nuestro bebé.

    Tras horas de esfuerzo, finalmente la sostuviste en tus brazos. Una niña hermosa, con los mismos ojos que su padre.

    —¿Qué nombre le pondremos? —preguntó Ghost con una sonrisa.

    —Me gusta Catalina —respondiste con dulzura.

    —¿Y si combinamos ambos? Elizabeth Catalina.

    Te pareció perfecto.

    Una semana después, el agotamiento te pesaba. La bebé no te soltaba ni un momento, y el cansancio era abrumador. Ghost, notándolo, se acercó con una sonrisa cálida y besó tu frente.

    —Amor, Eli y yo te dejaremos descansar un rato. ¿Qué dices?

    Su dulzura te hizo sonreír. Finalmente, podrías descansar en sus brazos seguros.