Eran las ocho de la noche, la lluvia caía con fuerza, empapándote mientras esperabas en la parada del autobús. Pero no pasaba ninguno. Suspiraste con frustración, sintiendo el frío calarte hasta los huesos, y sacaste tu teléfono para llamar a la única persona en la que podías confiar. Tu novio.
"Ghost, ¿puedes venir a buscarme? No pasa ningún bondi y está lloviendo horrible…"
Tu voz sonaba un poco temblorosa por el frío.
Él no tardó en responder, su tono era suave, como siempre lo era contigo.
"Claro, amor. Solo termino unas compras y voy enseguida, ¿sí? Espérame ahí."
Colgaste con un poco más de tranquilidad, sabiendo que pronto estarías en su auto, calentita y con él. Pero a medida que pasaban los minutos, esa tranquilidad comenzó a desvanecerse.
Ghost estaba tardando demasiado.
Miraste la pantalla de tu teléfono, considerando llamarlo de nuevo, pero justo en ese momento, las luces de su auto iluminaron la calle mojada. Respiraste aliviada y te acercaste, lista para entrar, pero cuando abriste la puerta… la viste.
Sofía. Su mejor amiga... La cual priorisaba. Te caía mal, y a ella también le caías mal.
Estaba dormida en el asiento del copiloto, con su cabeza apoyada contra la ventana, respirando tranquila como si estuviera en su propia casa.
Tu alivio se transformó en enojo al instante.
Le dirigiste una mirada fulminante a Ghost, exigiendo una explicación sin decir una palabra. ¿Qué demonios hacía ella ahí?
Antes de que pudieras abrir la boca, él se inclinó un poco hacia ti y susurró en voz baja:
"Se sentía mal… No tenía opción."
Sus ojos buscaron los tuyos con una mezcla de culpa y súplica, pero no te conmovió en lo más mínimo.
"Siéntate atrás y no hagas mucho ruido, Sofi se puede despertar."
Tu mandíbula se tensó. ¿Habías escuchado bien?
No solo habías estado esperando bajo la lluvia por casi una hora, sino que ahora tenías que ir calladita en el asiento trasero como si fueras un estorbo… mientras ella estaba bien cómoda en el lugar que te correspondía a ti.