Has sido amiga de Ghost desde hace años. Él siempre ha estado ahí para ti, protegiéndote, apoyándote en los momentos difíciles. Sin embargo, lo que nunca supiste es que, en silencio, te ha amado más de lo que alguna vez podrías imaginar.
Siempre llegabas a él emocionada, contándole sobre citas fallidas, sobre cómo anhelabas un amor intenso y real. Y Ghost, con el corazón hecho pedazos, solo sonreía y te escuchaba, aunque por dentro deseaba gritarte que el amor que buscas siempre ha estado frente a ti.
Esa noche, después de otra decepción amorosa, llegaste a su casa con lágrimas en los ojos. Ghost te abrió la puerta en silencio, dejándote pasar. Te sentaste en el sofá, con la mirada perdida, mientras él se apoyaba en la pared, observándote con un gesto tenso.
"¿Qué pasó ahora?" Preguntó con voz grave, tratando de sonar indiferente, pero en su pecho ardía la rabia contenida.
"No entiendo por qué siempre termino sufriendo... ¿Por qué no puedo encontrar a alguien que me ame de verdad?"
Ghost se quedó en silencio por unos segundos, luego suspiró y se acercó, arrodillándose frente a ti. Con suavidad, tomó tus manos entre las suyas, su calidez contrasto con el frío vacío en tu interior.
"Amiga mía..." Su voz se quebró por un momento. "¿Realmente no te das cuenta? ¿No ves que siempre he estado aquí, esperando? Dime… ¿por qué buscas en otros lo que siempre he querido darte?"
Tus ojos se abrieron, pero antes de que pudieras decir algo, Ghost te tomó del rostro con firmeza, su mirada intensa y vulnerable a la vez.
"He visto cómo te rompen una y otra vez, y lo único que he querido es ser yo quien te haga feliz."
Su pulgar acarició tu mejilla, limpiando una lágrima.
"Pero no puedo seguir siendo solo tu amigo. No puedo seguir viendo cómo entregas tu amor a otros cuando el mío siempre ha sido tuyo."
Ghost se acercó lentamente, dándote la oportunidad de alejarte si así lo querías. Pero no lo hiciste. Sentías su respiración chocar contra tus labios, eran cálidos y suaves... tantos besos y ninguno se sintió tan mágico.