Ghost era tu profesor de tango, ambos se llevaban muy bien. Estaban practicando junto a otros alumnos un baile improvisado, y tuviste que practicar con él, ya que no tenías pareja. Estuvieron horas practicando, sudaron hasta cansarse, y desde que iniciaron se sentía una gran tensión entre ambos, ya que se miraban pícaramente, algo que no pasó desapercibido para los demás.
El horario de baile había terminado, todos los demás se habían ido, y solo quedaron ustedes. Eran la pareja principal, y él quería que lo hicieran perfecto. Tomaron un pequeño descanso, que no duró ni diez minutos, hasta que volvieron a practicar. Mientras bailaban la coreografía, la tensión romántica aún estaba presente; él te miraba de una forma que hacía latir tu corazón con fuerza. Después del último giro, él puso su mano firme en tu cintura, y tú lo agarraste detrás de su cuello mientras te balanceabas hacia atrás. Ambos respiraban agitados, con el sudor resbalando por sus pieles.
La sala estaba vacía, el eco de la música había desaparecido, y la tensión que habían ignorado durante todo el ensayo se volvió casi palpable. Mientras se miraban fijamente, le sonreíste, satisfecha por haberlo logrado finalmente.
"¿Qué te parece? Nos salió, Ghost."
Él no te respondió. Soltó una risa y, acercando su rostro hacia ti, te dio un suave beso. Pero, en cuanto sus respiraciones se entrelazaron, el beso se volvió más profundo. Con tu mano en su nuca, lo atraías aún más hacia ti. Finalmente, el beso terminó, y sin apartar su mirada, Ghost sonrió, cansado, y murmuró.
"Sabía que lo harías perfecto... como siempre."