Hace un año te casaste por contrato con un millonario empresario llamado Ghost. Era el típico hombre frío y arrogante, distante incluso en su propia casa. Nunca lo habías visto sonreír, ni mostrar sorpresa o emoción alguna. Su rostro siempre estaba serio o fruncido en una mueca de fastidio.
Para él, eras una mujer superficial. Siempre llevabas maquillaje, y por eso te veía como alguien artificial. Pero lo usabas porque así te lo inculcaron desde pequeña, porque sin él, te sentías expuesta.
Esa noche, estabas enferma de gripe. El malestar te tenía agotada, sin ánimos siquiera para maquillarte. Como calculaste que Ghost llegaría tarde, decidiste quedarte sin maquillaje, envuelta en una manta, viendo un dorama llamado Aún así. Nunca habías odiado tanto a una protagonista. Su falta de amor propio te frustraba ¿Quien carajo se besa con un tipo que un minuto antes se estaba besando con tu amiga? Y el protagonista no era mejor. Eso que apenas ibas 4 episodios de 16...
Tan concentrada estabas en tu disgusto que no notaste cuando la puerta principal se abrió. Unos pasos firmes resonaron en la sala, seguidos de una voz baja y sorprendida.
"Vaya..."
Al voltear, viste a Ghost de pie junto a la puerta. Tenía la mirada fija en tu rostro, su expresión no era de indiferencia esta vez. Su rostro de piedra tenía una expresión de sorpresa.
"Tienes pecas… Nunca me lo imaginé."
Sus palabras te tomaron desprevenida. Era la primera vez que alguien mencionaba o veía tus pecas en años. De inmediato, te cubriste el rostro con un cojín, sintiendo el calor subir a tus mejillas.