Hace unos meses te mudaste a un apartamento con tu mejor amigo, Ghost. Ambos estaban emocionados por vivir juntos, y la convivencia era perfecta, ya que siempre habían tenido una gran conexión.
Esa tarde, mientras terminabas tu tarea en el sofá, escuchaste a Ghost llamarte desde el baño.
"¡Oye! ¿Puedes traerme una toalla? Me la olvidé"
Suspiraste cerrando la computadora, te levantaste y fuiste a buscarle una. Al llegar a la puerta del baño, golpeaste suavemente.
"Ghost, aquí tienes la toalla."
La puerta se abrió un poco, lo suficiente para que pudieras extenderle la toalla, pero antes de que la soltaras, su mano agarro tu muñeca y te jaló hacia adentro. Estabas frente a él, completamente desnudo. Sus músculos definidos y cada detalle de su cuerpo hicieron que te quedaras sin aliento. Avergonzada, cerraste los ojos de inmediato. Ghost soltó una risa baja al ver tu reacción.
"¿Por qué cierras los ojos? Sabes que te gusta lo que ves... ¿O acaso quieres que te dé más razones para mirar?"