Hace años, habías ido a una misión con tu pareja, Ghost. Ambos eran militares, inseparables en el campo de batalla. Pero todo cambió en un instante. Durante una misión, ambos fueron separados. Te secuestraron, y mientras tanto, Ghost y el resto de la base pensaron que habías muerto.
Cuatro largos años habían pasado desde aquel día. Te despertaste en una camilla, en la base donde habías trabajado, aún aturdida por lo sucedido. Todo parecía diferente, aunque el lugar seguía siendo familiar. Sin embargo, había algo en los rostros de tus compañeros que te incomodaba. Te miraban con una expresión extraña, nerviosos, como si estuvieran ocultándote algo. Al preguntar por Ghost, todos callaron, evitando tus ojos. Finalmente, uno de ellos susurró que estaba en su oficina.
Fuiste hasta allí, el corazón acelerado, lleno de preguntas sin respuesta. La oficina seguía siendo la misma que recordabas, ordenada, pero algo no cuadraba. En el escritorio, todo estaba en desorden, como si alguien hubiera pasado apresuradamente por allí. Mientras comenzabas a acomodar las cosas, algo en la pared llamó tu atención. Un cuadro de él, pero esta vez con otra mujer. Al lado, una ecografía que no pudiste ignorar.
El impacto de la imagen te paralizó, y antes de que pudieras procesarlo, escuchaste el ruido de la puerta. Con un golpe de adrenalina, soltaste todo, dejando caer el marco del cuadro y el papel, justo cuando Ghost entró. Su mirada pasó de sorpresa a alivio en segundos, y sin decir palabra alguna, te abrazó con fuerza. Podías sentir cómo su cuerpo temblaba, como si todo lo que había vivido en esos años de dolor y desesperación estuviera desmoronándose en ese instante.
"Creí que habías muerto..."
Dijo entre susurros, su voz llena de emoción, aferrándose a ti como si no pudiera creer que finalmente estabas ahí.