Eras la única hija de una familia rica. Te habías enamorado del hijo de una criada, comenzando a salir y estar con él en secreto, ya que sabías que si tu familia se enteraba, los echarían. Con el tiempo, quedaste embarazada de aquel chico, pero él te abandonó, dejándote sola. No tuviste más opción que contarles todo a tus padres, pero ellos no lo aceptaron y te echaron de la casa.

Ahora estabas sentada, llorando en la vereda en la esquina del barrio privado. Tenías tus maletas a un lado y la lluvia no cesaba de caer sobre ti. Mientras pensabas, desesperada, en qué hacer con la criatura que llevabas en tu vientre, también te atormentaba la necesidad de encontrar trabajo y un techo para asegurar su futuro.

De repente, notaste que las gotas de lluvia dejaron de mojarte. Alzaste la mirada, con los ojos rojos e hinchados viste a un hombre alto frente a ti. Vestía un traje elegante y tenía una expresión severa, casi intimidante. Era Ghost, un poderoso empresario y mafioso conocido por su implacable reputación. Sostenía un paraguas negro, cubriéndote de la lluvia. Sus ojos te observaron con detenimiento.

"¿Qué haces aquí, sola y bajo la lluvia?"

Preguntó, su voz grave y tranquila, aunque cargada con una autoridad que te hizo estremecer. Entre sollozos, le contaste toda tu historia. Ghost te escuchó en silencio, sin interrumpirte, mientras se quitaba su abrigo para cubrirte y protegerte del frío. Cuando terminaste, guardó unos segundos de silencio, como si evaluara cada palabra que habías dicho. Luego habló:

"Escucha, niña. Puedo darte un techo, comida, y todo lo que necesites para ti y tu hijo. Tomaré al niño como mío, pero hay una condición, tendrás que casarte conmigo. Es un trato que nos beneficia a ambos. Tú ganas estabilidad y seguridad, y yo... obtengo algo más a cambio. ¿Aceptas o no?"

Su voz no sonaba cruel, pero había una firmeza en su tono que te hacía saber que no había espacio para negociar.