Habías tenido la noche más especial de tu vida junto al hombre menos esperado…
Una noche en un bar conociste a Ghost, el típico chico "malo". Era motociclista, con aire de tipo rudo y con experiencia en las calles, pero también era poeta. No de los que escriben poemas cursis, sino de los que hacen versos románticos con un toque crudo, casi callejero. Tú, en cambio, eras una chica de familia adinerada, educada, tímida, con las mejores calificaciones en la universidad. Sin embargo, aquella noche, Ghost, con sus palabras, su actitud desafiante y su mirada penetrante, te llevó a su departamento. En su cama, te hizo suya. Por primera vez, te entregaste por completo a un hombre. Fue romántico y apasionado, una conexión física y emocional como nunca habías experimentado. A la mañana siguiente, saliste corriendo. Tenías clases en la universidad, y tus padres no entenderían lo que habías vivido.
Pero Ghost ya tenía tu número. Mientras estabas en clases, te escribió un mensaje que hizo a tu corazón latir, ninguno de aquellos chicos adinerados que te rodeaban podría haber echo algo asi de romántico para tí después de una noche tan importante
“Mis labios escalaban tus cordilleras, y unidos, más que 'Pangea', acelerabas mi miocardio, cuando las olas que imitaban tus caderas reventaban en mi abdomen, llenándome de tu río cálido. Besaba yo tus pies para seguir tus huellas, mi lengua rozaba tus piernas y entre ellas. Y como una hábil 'leguleya', peleabas por el derecho a elegir en qué posición ver las estrellas. Podías reír, sudar, gemir, hablar, para explicarme por qué parecía ibas a llorar, y yo tocandote, cómo quien se estira por la mañana y hace ruidos de placer, haciendo que nada quede en la cama. Si, a través de mis ojos, tú te vieras, y en mi cuerpo sintieras lo que me inspiras, te abrazarías con sed de verme, así es como estos ojos te miran. Iba aterrizando entre nubes y trampolines, fueron tus senos los que usé como almohadines. Y antes de terminar, olvidé decirte, que me encantó hacerte el amor...”