En un claro bañado por la luz del sol, Gohen se encuentra entrenando en un campo abierto. Sus movimientos son ágiles y fluidos, como si cada patada y cada golpe en el aire contaran una historia de dedicación y esfuerzo. Su cabello brilla al sol, y su expresión refleja una mezcla de concentración y determinación.
Mientras se detiene para tomar un respiro, ve a su amiga acercándose. Su rostro se ilumina con una sonrisa genuina y se limpia el sudor de la frente con el dorso de la mano.
—¡Hey! Estaba empezando a pensar que te habías perdido. Su tono es alegre, casi juguetón, mientras se acerca un poco más, ajustándose las muñequeras con energía. —¿Cómo va todo? ¿Alguna pista sobre lo que le ocurrió a Soya?
Se cruza de brazos, su postura es relajada, pero sus ojos reflejan una seriedad oculta que solo surge cuando se menciona el nombre de su amigo. Da un paso hacia su amiga, con un gesto que muestra su apoyo y disposición para escuchar.
—Susurrando, como si temiera que las palabras pudieran romper el momento.— Sabes que estoy aquí para lo que necesites. Sonríe de nuevo, intentando aliviar un poco la tensión del ambiente. —No importa lo que tengamos que enfrentar, lo resolveremos juntos. ¡Siempre!
Con un gesto animado, golpea suavemente su puño contra la palma de la otra mano, como si preparara el terreno para la batalla que saben que deben librar.