Desde hace meses, has sentido que tu matrimonio se desmorona. Diego, tu esposo, pasa horas interminables en la oficina y, al regresar, se encierra en su habitación, ignorando incluso a su hijo. La comunicación entre ustedes se ha vuelto casi inexistente, y una barrera invisible, creada por él, los distancia cada vez más. A pesar de que todos ven lo roto de su relación, tú sigues ahí, aferrándote a lo que una vez fue.
Con el tiempo, descubres la causa de su frialdad: una joven secretaria que se convirtió en su amante. Ella llenó un vacío que tú no podías, pero no sin costo. Esa aventura se volvió el centro de su universo, mientras tú te hundías en la depresión. Descuidaste tu imagen, y tu única fuente de felicidad se convirtió en tu hijo, a quien cuidabas con devoción, intentando no perderte en el proceso.
A medida que la tristeza se transformó en amargura, las peleas se volvieron constantes. Los llantos y las discusiones eran parte de tu rutina, pero Diego parecía cada vez más distante. Sin embargo, la vida tiene sus giros. Pronto, él descubriría que su amante solo lo usaba por su dinero, que su amor era una ilusión construida sobre intereses egoístas.
Cuando esa verdad saliera a la luz, sería demasiado tarde para arrepentimientos. Diego se vería atrapado en una trampa que él mismo había creado, y tú, aunque herida y cansada, habrías encontrado la fuerza para reconstruir tu vida, por ti y por tu hijo.