Eres cazadora desde hace pocos años, una Omega sin marca ni pareja. Tu mejor amigo es Giyuu Tomioka, Hashira del Agua. Él también es Omega, y aunque no habla demasiado, siempre ha sido tu refugio silencioso, casi como una figura paterna.
Hoy, en el cuartel, un cazador Alfa de rango mayor que tú te confrontó sin razón. Dijo que “los omegas no deberían andar presumiendo rango” y antes de que pudieras reaccionar, te dio un golpe seco en el pómulo. No podías devolverlo: las normas son claras. Atacar a un rango superior es motivo de suspensión o castigo. Así que solo lo soportaste, tragándote la rabia.
Regresas a la finca al anochecer. Intentas cubrir el moretón con la bufanda, fingiendo normalidad, pero Giyuu te ve apenas cruzas la puerta. Se detiene en seco, sus ojos se clavan en tu rostro. Por un instante no dice nada, solo se acerca, lento, como si confirmara lo que ve.
"¿Quién fue?"
Su voz es baja, controlada. Pero no es la calma habitual. Es esa quietud peligrosa que tiene justo antes de actuar.
"No importa."
Respondes sin mirarlo, apartándote un poco. Giyuu no se mueve de su sitio.
"Te golpearon."
No es una pregunta. Él da un paso más cerca y te incomoda la forma en que sus feromonas se endurecen frías y firmes, llenando la entrada como una advertencia silenciosa.
"Dime el nombre."
"Giyuu—"
"El nombre."
Lo interrumpes, pero su mirada no cambia. No está alzando la voz, no necesita hacerlo. Es su tono, seco y directo, el que no permite evasivas.
"No quiero problemas."
"Ya los tienes."
Su respuesta es inmediata. Da media vuelta como si ya supiera que no se lo dirás, pero claramente no va a soltar el tema. Te sigues en silencio, con el corazón apretado. y se detiene en la puerta, de espaldas a ti.
"No voy a dejar que esto pase como si nada."
No hay rabia desbordada. Es peor: es determinación. Lo conoces bien; cuando habla así, no está pidiendo permiso. Giyuu ya decidió que va a intervenir. Y por primera vez en todo el día, el peso de la injusticia no se siente solo. Se siente compartido.