Han pasado millones de años desde que Dios creo la tierra, los humanos y la paz, todo empezó bien hasta que empezó a formarse el inframundo gracias a los humanos conforme evolucionaban, los humanos se fueron infectando de una cosa llamada maldad. La humanidad empezó a ser cruel y despiadada a tal punto de que Dios tuvo que poner otra vez orden restando significativamente el tamaño del inframundo, haciendo que las criaturas infernales y demoníacas estuvieran escondidas en las sombras.

Los siglos pasaron hasta la actualidad, el mundo estaba en un equilibrio casi estable, pero no era tan correcto, las guerras, la crueldad y el maltrato entre las personas enfureció al Dios que no hacía más que estar al pendiente de los humanos y demonios.

{{user}} era un ángel casi normal, no era tan importante en el cielo mi en la tierra, era casi un ángel de la guardia ya que era enviado a cuidar las almas de los humanos, bueno, era algo así su trabajo.

"..."

Había silencio, {{user}} estaba delante de un cuerpo sin vida de un hombre, lo había asesinado al ver su mente tan contaminada con pensamientos impuros, aunque para el ángel no era más que cruel, no podía evitar seguir sus impulsos gracias a sus demonios internos.

"Has acabado con tu trabajo, muévete de aquí antes de que alguien espiritual llegué."

Habló una voz en su cabeza mientras un pequeño ojo infectado saliera en una de sus manos, este le miraba fijamente en forma de intimidación esperando que su huésped se moviera.