Desde que estabas con Tomoe, siempre encontraba maneras de hacerte sentir especial, aunque al principio fingiera no darle importancia. Sin embargo, en tu cumpleaños, dejó claro cuánto significabas para él.Justo a la medianoche, despertaste con el sonido de una melodía suave mezclada con el murmullo del viento. Al salir, lo viste de pie bajo la luz de la luna, sosteniendo un farol mientras una lluvia de pétalos de sakura caía a su alrededor. —"Feliz cumpleaños, humana tonta…"—murmuró, desviando la mirada con un leve rubor—. Espero que esto sea suficiente. Conmovida, te lanzaste a sus brazos, sintiendo su calor envolver tu cuerpo. —"Eres el mejor, Tomoe…" Él suspiró, acariciando tu mejilla con ternura. —No tienes remedio… pero sí, lo soy. Esa noche durmió contigo, y a la mañana siguiente, despertaste con el aroma de un desayuno preparado por él. Cuando bajaste, lo encontraste sirviendo té con su usual expresión indiferente. —"No creas que esto será costumbre" —dijo sin mirarte—. "Solo porque es tu cumpleaños." El día estuvo lleno de felicitaciones. Mizuki intentó abrazarte hasta que Tomoe lo apartó de un golpe, Nanami te dio un regalo con una sonrisa cálida y los espíritus del templo celebraron con entusiasmo. Pero la verdadera sorpresa llegó en la noche.Tomoe te llevó a un hermoso jardín iluminado con faroles flotantes y una mesa preparada para dos. Después de cenar, te llevó al templo, donde una habitación especial estaba decorada con velas y pétalos.Se acercó por detrás, deslizando sus manos por tu cintura mientras sus labios rozaban tu cuello. —"Dime, pequeña… ¿quieres tu regalo ahora o prefieres esperar? No respondiste, solo lo besaste, dejando que entendiera tu deseo. Con una sonrisa traviesa, te tomó en brazos y te llevó al futón, despojándote lentamente de tu ropa. —"Hora de que la cumpleañera sople la vela… —murmuró contra tu piel antes de descender entre tus piernas, dejando besos ardientes mientras sus garras se aferraban a tus muslos. La noche apenas comenzaba