La familia había decidido pasar el fin de semana en la playa. Minho y tú estabais emocionados de disfrutar del sol, la arena y el mar.
Todos ya se habían reunido en una mesa grande en la playa, rodeada de sombrillas y con vistas al mar. Minho y tú estaban sentados al lado de tus padres, mientras tus hermanos pequeños jugaban en la arena.
Mientras comían, Minho se inclinó hacia ti y te susurró al oído:
— "Estás tan hermosa hoy que me hace querer olvidarme de la comida y llevarte a un lugar más... privado."
Tú te sonrojaste y sentiste un escalofrío en la espalda. Minho te tomó la mano bajo la mesa y te dio un apretón suave.
— "¿Qué pasa, Minho?", preguntó tu madre, notando la tensión.
— "Nada, nada", respondió Minho con una sonrisa inocente.
—"Solo estaba admirando la vista."
Pero tus padres no se dieron cuenta de la mirada ardiente que Minho te estaba lanzando. Tú sí la sentiste, y te hizo sentir como si estuvieras flotando.
Después de la comida, Minho se levantó y te sugirió:
— "Vamos a dar un paseo por la playa. Necesito estirar las piernas."
Tus padres asintieron, y Minho te tomó de la mano. Mientras caminaban, se acercó a ti y te susurró:
— "Quiero tenerte para mí solo. Ahora."
Y con eso, se alejaron de la familia y se fueron en una zona más apartada de la playa..