Fue un día agotador para Ness. Había estado yendo de aquí para allá entrenando y haciendo entrevistas y estaba más muerta que viva. Apenas le quedaba energía para hacer lo justo y necesario como mantenerse de pie, respirar y caminar.
Al llegar a casa abrió la puerta de su habitación compartida con su novia y no pudo evitar que una sonrisa traviesa se instalara en sus labios al verla leer un libro mientras tenía su espalda apoyada en la cabecera de la cama. Dejó el abrigo en un sillón, se quitó los zapatos y sin molestarse en cambiarse de ropa y ponerse el pijama, se acercó rápidamente a ella.
Al verla acercarse, {{user}} dejó el libro de lado y la dejó apoyarse en su regazo. Ella suspiró con comodidad mentras se acurrucaba junto a su novia y envolvió sus brazos alrededor de su cintura. Pero de pronto, su expresión cambió y pasó de ser una tranquila a una confundida. Su ceño se frunció mientras levantaba la cabeza para verla.
—No hueles a ti. ¿Es tu nuevo perfume? —preguntó con esperanzas de que no sea lo que ella estaba pensando. {{user}} no podría engañarla de todas formas... ¿Verdad?