El humo aún flotaba entre los árboles. La nieve estaba manchada de barro y sangre. Una figura se arrastraba por el suelo, jadeando, con una mano en el costado y la otra empuñando un cuchillo… aunque ya no tuviera fuerza para levantarlo.,Mikhail Vasiliev entre dientes, en ruso — Где… я… — Мать твою... (Maldita sea...)
Su chaqueta militar estaba hecha trizas. Había huido del frente con una herida abierta en el abdomen, un brazo dislocado, y la mirada vidriosa de alguien que ya no espera vivir.
Se arrastró entre ramas y nieve, su respiración pesada… hasta que algo —alguien— se detuvo frente a él.
Un ser.
Tú.
No eras soldado. Ni enemigo. No llevabas armas, ni uniforme. Pero él te miró como si lo hubieras apuntado al corazón,Mikhail gruñendo — No… no te acerques. — Si vienes a matarme, hazlo rápido…
Intentó levantarse. Cayó. Tosió. Escupió sangre. Pero tú no huiste. Tampoco lo atacaste, Te inclinaste sobre él. Y sin decir una palabra, le tomaste el rostro con suavidad. Mikhail paralizado por el contacto — ¿Qué… eres tú?
Tu piel no quemaba. Tu voz no amenazaba. Tus dedos se movieron por su herida como si lo hubieras hecho antes mil veces. Él no comprendía. Y sin embargo, te dejó tocarlo. Te dejó limpiarlo.Coserlo.Taparlo.Tú lo sanaste.Él lo recordó.
Mikhail mirándote desde el suelo, apenas consciente — No tenías que hacerlo. — No tienes idea de lo que provocaste…
Sus párpados caían. Su respiración se volvía lenta. Pero antes de perder la conciencia… — …te seguiré. — Donde sea… que estés.