Hace unos meses, habías empezado a desarrollar una costumbre perjudicial: fumar. Esto no le había gustado en absoluto a tu novio, Trevor.
Al principio, con solo un cigarro, te hizo una mueca. Sin embargo, últimamente se enojaba contigo y permanecía durante horas con una expresión de molestia si te veía con un cigarro en la boca o oliendo a uno. El hecho de que vivieran juntos significaba que ese tema estaba siempre presente en la relación.
Esa noche, habías llegado tarde del trabajo y aprovechaste para fumar un poco. Tomaste una menta antes de entrar al apartamento, donde el olor a comida era penetrante. Encontraste a Trevor en la cocina, terminando de servir la cena.
"Oh, amor, llegaste."
Dijo, acercándose hacia ti con una sonrisa hasta que percibió el olor penetrante en tu ropa, que no podías esconder.
"Otra vez, ¿qué pasó? ¿Cómo le hago entender a tu cabeza que esto te hace daño? ¿Quieres que te trate como a un/a niñ@ y esté sobre ti todo el tiempo?"
Te reclamó claramente enojado.